Parte 9 - Miasmas


Miasmas


   Se entiende por miasma a ciertas cualidades y tendencias globales que adquiere el desequilibrio de la energía vital.
Se trata de una concepción original que la homeopatía ha introducido en la comprensión de las enfermedades.
   La gran mayoría de los padecimientos que cada sujeto presenta a lo largo de su vida depende de su terreno constitucional, en términos homeopáticos de las características de su desequilibrio en la energía vital o en otras palabras, su miasma crónico.
Este terreno constitucional o miasmático, vinculable en buena medida a las denominadas características genéticas individuales, puede dar lugar a diversas enfermedades crónicas y agudas.
   Los miasmas crónicos son entonces, patrones persistentes de distorsión de la energía vital, que habitualmente se prolongan o profundizan en el tiempo.
No necesariamente expresan enfermedades clínicas constituídas, puede tratarse de síntomas aislados, rasgos de carácter u otras cualidades que imprimen al sujeto una particular tendencia general.

Se consideran tres grandes miasmas crónicos o tendencias constitucionales:
1)      Hacia la excitabilidad funcional o miasma de la Psora.
2)      Hacia la hipertrofia o miasma de la Sicosis.
3)      Hacia la destrucción o miasma de la Sifilis.

   La Psora o miasma de la excitabilidad funcional, del griego y hebreo: mancha, prurito, expresa como característica central una hipersensibilidad en todos los terrenos.
Las alergias cutáneo mucosas son una manifestación clásica de la Psora.
En el plano mental y emocional, la ansiedad, la angustia, los temores y otras vivencias como la falta de confianza o la minusvalía son manifestaciones esencialmente psóricas.

   La Sicosis se expresa como una distonía en más, pero en este caso hacia la hipertrofia, el agrandamiento, la neoformación orgánica o tumoral, no ya como un fenómeno funcional. Históricamente fue asociada a la enfermedad venérea de la blenorrea, siendo el resto de sus manifestaciones, secundaria a su desarrollo y progresión en el organismo.
Desde las verrugas, hasta los tumores u otra hipertrofia orgánica, como la obesidad, señalan la presencia de este miasma.
La ambición desmedida, una actitud prepotente o dictatorial, una crisis maníaca son expresiones que ejemplifican el miasma Sicosis en el plano mental.
Es oportuno aclarar que el término psicosis de la psiquiatría, que alude a la pérdida de criterio de realidad, no tiene que ver con el de sicosis utilizado en este caso.
No obstante una crisis psicótica o delirante con elementos maníacos o de grandeza, muestra a su vez, un perfil miasmático sicótico, desde el punto de vista homeopático.

   La Sífilis o miasma destructivo expresa como característica central la tendencia a la destrucción.
Históricamente se la vincula con la enfermedad venérea sífilis, siendo el resto de sus manifestaciones, secundaria a su desarrollo miasmático.
Desde la úlcera genital de la enfermedad venérea sífilis, la emaciación o adelgazamiento extremo, así como toda manifestación de destrucción orgánica denota esencialmente la presencia del miasma destructivo.
De igual manera expresa en el plano mental la característica destructiva: la violencia, la burla hacia otros, al suicidio u homicidio, son algunos ejemplos.
  
   El pensamiento homeopático contemporáneo, con autores como Tomás Pablo Paschero y discípulos de su escuela como Zalman Bronfman, Eugenio y Marcelo Candegabe, Juan Schaffer, Luis Detinis, María Clara Bandoel, entre otros, entiende en gran medida el desarrollo miasmático como una tendencia reactiva de cada individuo frente a su debilidad original psórica.
La psora es según Hahnemann el gran miasma de origen, generador de la gran mayoría de las enfermedades.
   La psora es comprendida como la vulnerabilidad esencial, la indefensión particular con que cada individuo viene al mundo, su peculiar disposición a sufrir, mental, emocional y físicamente y esto se expresa a la vez en las características de los distintos remedios homeopáticos.
   Algunos sujetos intentan compensar su fragilidad psórica original a través de mecanismos reactivos, pero habitualmente estos resultan a la vez un patrón distorsionado, miasmático.
Así la reactividad sicótica es hacia la hipertrofia, mental o física, mientras que la sifilítica hacia la destrucción.
Todos intentos fallidos de neutralizar la carencia psórica básica.
   Un sujeto que en su psora siente un profundo vacío y falta de confianza, puede que en su reactividad sicótica aparezca como una persona muy ocupada y exigente, o en su faceta reactiva silfilítica como depresiva y con intención de terminar con su vida.
Ambas son tendencias reactivas, pero distorsionadas, que mantienen en la profundidad la condición psórica inmodificada.
   Si bien puede predominar una tendencia en particular, generalmente existen aspectos de los tres miasmas en todos los individuos.

   Existen pacientes con características psóricas que responden muchas veces al mismo remedio constitucional en sus tendencias sicótica o sifilítica.
En esos casos podemos hablar del medicamento simillimum del paciente, es decir el mas similar que logra equilibrar su energía vital.
Destaco en esta situación tratarse del medicamento simillimum del paciente, y no solo de un cuadro puntual, ya que el mismo remedio logra cubrir terapéuticamente distintos circunstancias patológicas que ese paciente puede padecer, aún en diferentes fases miasmáticas.
En otros pacientes es necesario recorrer diversos remedios en el camino hacia la curación.
   Desandar los patrones reactivos distorsionados hasta rencontrarse con las raíces psóricas, a pesar de que parezca en cierta medida una regresión, es una señal de buena evolución.
Desde allí, el proceso curativo apuesta entonces a construir una condición de crecimiento mas equilibrada y genuina.

   La concepción miasmática viene de la mano del descubrimiento de la Ley de curación y de la supresión, formando todo parte de una misma comprensión.
   Al inicio del descubrimiento del método homeopático, Hahnemann prescribía por algunos síntomas relativamente aislados, obteniendo éxito en muchas ocasiones. No obstante, observaba que especialmente en pacientes crónicos no obtenía los mismos resultados.
   Luego de años de reflexionar en su método, encontró que al incorporar en su análisis los síntomas mas característicos, pero de la totalidad del individuo en su conjunto, mental y física, los pacientes comenzaban a mejorar de sus dolencias crónicas, poniendo en marcha la ley de curación o Ley de Hering , comentada anteriormente.
Observó entonces un movimiento de síntomas, como el desplazamiento hacia la superficie o la reaparición transitoria de síntomas antiguos, lo que ponía en evidencia que dichas expresiones del desequilibrio vital no habían sido curadas, sino solo localmente suprimidas.
   Al final de este proceso, la mayoría presentaba una erupción en la piel que asemejaba a las primeras manifestaciones sufridas en la niñez, que habían sido de alguna manera suprimidas localmente.
   Finalmente la erupción desaparecía dejando libre al paciente de síntomas.
Esta evolución denominada ley de curación o de Hering, como dijimos, pone de manifiesto que el desequilibrio de la energía vital presenta infinidad de expresiones clínicas pero todas responden al mismo origen o miasma, cuyo síntoma inicial y mas superficial aparece en la piel, de allí toma el nombre de psora en referencia a un primitivo prurito o mancha.

   Esta visión miasmática nos permite abarcativamente comprender fenómenos actuales
como la explosión de la violencia o la polarización del poder, donde claramente se expresa la hipertrofia y la destrucción miasmática presente como profundización del desequilibrio de la energía vital en el conjunto de los seres humanos como sociedad.

 

Enfermedades agudas


Existen distintas clases de cuadros agudos:
   Algunos son descompensaciones de enfermedades crónicas, es decir, dependen del miasma crónico que padece el paciente.
   Otros cuadros agudos, son explosiones pasajeras de la psora latente, es decir psora no desarrollada, como lo llamaba Hahnemann, que se hace manifiesta  en determinadas circunstancias, volviendo luego a su estado latente o de salud.
   Otros son los denominados miasmas agudos, que representan las enfermedades epidémicas, que atacan a un conjunto de personas en un tiempo y lugar.
   Otro grupo al que Hahnemann denominó intercurrentes, son cuadros agudos que se dan en personas que padecen algún trastorno crónico, pero que no tienen que ver con ellos, no se trata de empujes agudos del cuadro crónico, sino como señala el término son intercurrencias.

   Están también las llamadas indisposiciones que son cuadros agudos de carácter leve, vinculados con circunstancias tales como desarreglos alimenticios, climáticos, emocionales, etc que generalmente se resuelven espontáneamente sin necesidad de recurrir a medicación homeopática, mas allá de algunas medidas de carácter general e higiénico dietéticas.
   Podemos señalar otras circunstancias agudas como aquellas derivadas de la Ley de curación o de una agravación homeopática, que deben contemplarse como parte del proceso de curación.
   Al tratar un cuadro agudo, también se aborda el conjunto, en oportunidades es una nueva totalidad la que se manifiesta, pero siempre es una unidad integrada.
Así luego de pasado el cuadro crítico, podemos evaluar si el paciente está igual, mejor o peor que antes.
   Por ejemplo si un niño luego de haber sido tratado por una inflamación de garganta, comienza con trastornos de conducta sin otra causa que lo justifique, probablemente se produjo una supresión, se internalizó el desequilibrio de la energía vital hacia un sector de mayor compromiso, trasladándolo en parte al plano mental.